VIAJE SIN RETORNO

Los buñuelos estaban buenísimos, los cuatro comíamos con apetito, yo esquivé la mirada de Adela, detrás teníamos la falla Convento Jerusalén, todo parecía perfecto y de repente Juan se cayó al suelo retorciéndose de dolor, la espuma blanca manchaba sus labios, vi a Encarna guardar un frasquito en su bolso, las convulsiones acabaron, parecía estar muerto. Mis temores se habían confirmado, el viaje a Valencia tenía su final trágico. Nos miramos en silencio, la gente alrededor no se enteró de nada. La conspiración surtió efecto, nos levantamos discretamente y abandonamos la ciudad.