EL GUIÑO

Tomo la decisión. Saldría en la ofrenda, ante su Virgen. No sería fácil, llevaba 10 años luchando contra la maldita enfermedad pero su mente y su corazón eran los del primer día. Fue complicado vestirla, pero con cariño y esfuerzo, sus hijos, su marido, y la “ayuda” de su nieta, lo consiguieron. Llego el día, y ahí estaba ella, al frente de su falla, como en los viejos tiempos. Al pasar delante de la Señora fue la única que vio como esta le guiñaba un ojo. Llena de felicidad le contesto mentalmente, “Gracias, ha sido duro pero mereció la pena”.